La nueva “tablita” que usa el Gobierno para controlar el dólar

Hay banda cambiaria, como quería el equipo económico. Pero es tan amplia que funciona de hecho como pretendía el Fondo: el BCRA tiene muy limitada intervención.


La banda cambiaria del Banco Central esconde una estrategia no explícita: una nueva “tablita” para la economía argentina. Esa tablita -no difundida- tiene pautada la evolución de la cotización del dólar hasta fines del año próximo.

Se trata de una regla interna para facilitar el ingreso de dólares y garantizar sus utilidades. Guido Sandleris evitó hacerla oficial, pero la confirmó cuando habló frente a banqueros y economistas. La tablita que regula la banda de flotación incluye un ajuste mensual del 3% hasta fin de año. Y un aumento acumulativo del 1,83% mensual durante todo el 2019.

Así, el Banco Central prevé que el dólar se ajuste un 9% hasta enero y que en el año electoral tenga una revalorización del 24,4%. Desde ahora, en total, un 35%. El billete –de cumplirse la regla- costaría en promedio 42,2 pesos en diciembre y alcanzaría los 53 pesos un año después, cuando comience un nuevo período presidencial.

La “tablita” interna del BCRA proyecta lo siguiente: un dólar promedio de 49,3 pesos para las primarias políticas de agosto y de 51,1 pesos para las elecciones presidenciales de octubre. Para el BCRA, la banda terminaría este año en un piso de 37,2 y un techo 48,1 pesos. Y según la tablita, se proyecta para fin del 2019 que oscile entre 46,2 y 59,8 pesos.

La existencia de la “tablita” se conoce en el mercado. Sus datos encajan en las proyecciones monetarias e inflacionarias incluidas en el secreto “memorando de entendimiento” redactado con el FMI.

Ese texto tiene 30 carillas y detalla el nuevo programa. Está dividido en tres capítulos: Política Fiscal, Política Monetaria y Política Cambiaria. Se completa con varios anexos.

La “tablita” es un instrumento interno del Banco Central para darles certeza a las colocaciones en dólares y tranquilizar el mercado del billete. En otras palabras: atraer, con esas proyecciones, dólares que buscan las jugosas utilidades financieras que ofrece la “megatasa”.

Se trata de un mecanismo para “recrear” las condiciones que permitieron que Mauricio Macri tuviera pax cambiaria hasta mayo. Una nueva bicicleta.

Carlos Melconian visita en forma asidua la Quinta de Olivos después de que acertara el diagnóstico de que “el gradualismo iba a terminar en crisis”.

El jueves fue directo: “Se está creando al primo hermano del monstruo, las Leliq”. La evolución de esa tablita dependerá de la credibilidad. Esta semana funcionó. Macri recibió en secreto una evaluación del Ministerio de Economía. En ese “memo” , Nicolás Dujovne sostiene lo siguiente : “El comportamiento fue muy favorable. Hay política monetaria clara y potente. Recuperamos un ancla”. Pero todo eso dependerá del conjunto de la política: un artilugio monetario no puede reemplazar un plan de gobierno.

La creación de la banca cambiaria ocurrió después de una dura batalla con los burócratas del FMI.

Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental, se opuso tenazmente. También Ricardo Cardarelli. Ambos insistían a ultranza con la prohibición de intervenir en el mercado. La amplia predisposición política de Christine Lagarde hacia Macri, hicieron aflojar las tensiones. Así, la dupla aceptó un mecanismo mixto: hay banda cambiaria como quería Argentina. Pero es lo suficientemente amplia, que funciona de hecho como pretendía el Fondo: el BCRA tiene muy limitada su intervención. La “sobredosis” monetaria ya se hizo sentir en la economía. Se profundizó la recesión.

Tambien generó los primeros ruidos en el Gabinete. Dante Sica tiró con munición pesada contra el BCRA: “Las tasas de interés tienen niveles incompatibles con la producción”. Lo afirmó para conformar su frente interno: la producción fabril está en caída libre.

La cuestión ya le generó al ministro Sica un fuerte encontronazo con Elisa Carrió. La líder de la Coalición lo acusa por la morosidad en aplicar un plan de ayuda a las pymes.

Carrió abrió una feroz interna con la Casa Rosada. Su crítica a Germán Garavano conmocionó, porque -en verdad- cuestiona una estrategia electoral central del macrismo. Se trata de la idea que propone Jaime Durán Barba e instrumenta la Jefatura de Gabinete sobre la necesidad de mantener libre a Cristina, para polarizar con la ex presidenta en la próxima elección.

La crítica de Carrió coincide con lo que escuchó Macri en Manhattan. En el encuentro que lideró Susan Segal del Council of the Americas hubo inversores que cuestionaron la estrategia de polarización. Primero, porque en Estados Unidos no entienden lo siguiente: si hay pruebas de corrupción, cómo Cristina no va presa. También, porque advirtieron que nadie va a invertir en serio mientras haya una chance de que Cristina vuelva a la Casa Rosada.

Macri cayó tanto en las encuestas –por la crisis económica– que algunas dan a Cristina liderando el voto. Marcos Peña mantiene su poder intacto. Quedó claro en una reciente reunión privada que organizó un banco y donde expuso el jefe de Gabinete. Fue después de escuchar inquietudes. Muchos banqueros sostienen que la actual crisis económica es producto de los problemas políticos de la Casa Rosada. Peña insistió en que Macri ganará las próximas elecciones. Y dijo contundente: “Todos nos subestiman. Pero yo no pierdo una elección desde el 2005”.

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