La crisis argentina y una pelea entre colosos en Wall Street y el FMI

Los banqueros sugerían una solución y el organismo multilateral, más ortodoxo, otra. Hacia adentro del Gobierno, Macri le concedió a Dujovne algo que le había rechazado a Melconian.


El acuerdo con el Fondo Monetario despeja una duda central: Argentina no entrará en default durante el resto del mandato de Mauricio Macri. Ese es el principal activo del convenio: Wall Street especulaba -hasta hace unas semanas- con una eventual reprogramación de pagos y por eso comenzó a apostar contra Argentina. Ocurrió después de una decisión estratégica tomada por Macri en el medio del tembladeral cambiario e inflacionario. Clarín confirmó que existió una puja fuerte sobre la Argentina. Fue entre la solución que sugerían los banqueros de Wall Street y la propuesta del ortodoxo FMI.

Ambos compitieron por una salida distinta. Macri desoyó las sugerencias de los brókers y se abrazó en forma decidida a la resolución del Fondo Monetario. La disputa entre ambos colosos se concentró en la administración de la estratégica política cambiaria y monetaria.

El Fondo exigía –para la ayuda– un programa monetario de largo plazo y, a la vez, reducir al máximo la intervención del BCRA en el mercado cambiario. Pretendía una regla de intervención clara y pública. Hubo peleas fuertes entre Alejandro Werner -director del FMI- y el propio Luis Caputo, proclive a la receta práctica de los mercados: pulsear día a día con los operadores.

Caputo consideraba un grosero error la prohibición que Werner le impuso a la Argentina de no intervenir en el mercado. Fue en el anterior acuerdo y generó una subida abrupta del dólar.

Werner -y el FMI- decía que la política que pretendía Caputo era discrecional y que favorecía la fuga de capitales. Lo acusaban de ser funcional a Wall Street. Caputo -a su vez- acusaba al Fondo de permitir con esa prohibición, una escalada sin igual de la divisa y debilitar así al propio gobierno de Macri.

El planteo del ex titular del BCRA estaba en línea con lo que exigía Wall Street: una mayor intervención cambiaria, para evitar un dólar sin techo y una inflación en constante alza.

Para eso, Caputo pedía una ampliación del crédito del FMI. El reclamo del BCRA chocó contra la intransigencia de tres directores del FMI: Alemania, Francia y Holanda le dijeron que no a la Argentina. El FMI pidió eliminar esas intervenciones, porque “no eran transparentes” y provocan una continua caída de reservas. Fue el resultado de esa disputa lo que originó la salida de Luis Caputo.

La opción por la receta del FMI fortaleció a Nicolás Dujovne. Ambos protagonizaron en el ámbito local la disputa internacional: Caputo, la practicidad de los mercados, y Dujovne, la ortodoxia del FMI.

Así, hubo un enroque inesperado de preferencias, reflejo de las fuertes contradicciones en la Casa Rosada. Hace cuatro semanas el equipo comunicacional del Gobierno salió a instalar que Caputo era el “Messi” de la economía. También hace cuatro semanas el propio Presidente evaluó pedirle la renuncia a Dujovne. Fue cuando Macri le ofreció el ministerio a Carlos Melconian.

Ese fin de semana, Melconian puso como condición una cosa: que saliera del BCRA Caputo y eso fue rechazado por Macri. Así se trabó su ingreso al Gobierno.

Caputo se despidió de sus íntimos colaboradores el viernes pasado. El martes tuvo una larga y dura comunicación con el Presidente. Marcos Peña aprovechó para cobrarle viejas deudas al ex titular del BCRA.

Las casi 35 carillas que contiene el “memo de entendimiento” con el FMI incluyen un anticipo de Clarín: confirma la banda cambiaria que se instrumentó este jueves. Pero la amplitud pactada con Washington -de 10 pesos- hace que, virtualmente, continúe la libre flotación como quiere -y prefiere- el FMI.

También el texto de ese documento consolidó el poder de Dujovne. El ministro tiene bajo su poder las decisiones presupuestarias, maneja la relación con el FMI e influye en la cúpula del Banco Central. Se trata de otro cambio trascendente.

Ahora, Macri acepta tener lo que antes no quería: “Una suerte de superministro”. El Presidente le concedió a Dujovne algo que le había rechazado a Melconian: la salida de Caputo y poner a un hombre de su riñón en la cúpula del BCRA.

Guido Sandleris tiene una tarea ciclópea: la decisión de frenar el crecimiento de la base monetaria, genera muchas dudas. Esa medida se complementa con el déficit cero. Por eso el plan se bautizó en los mercados como “Doble Cero”. La ortodoxia que incluye abre interrogantes: si la “sobredosis” monetaria y fiscal será digerible para la golpeada Argentina.

Este jueves Moody’s lo dijo en una reunión exclusiva de inversores. Su vice, Gabriel Torres afirmó: “Debemos monitorear la situación política y la continuidad de la política económica”. En otras palabras: si es viable en el tiempo el acuerdo con el FMI. Para Mauricio Macri no es una novedad el desafío: escuchó similares inquietudes de banqueros con los que mantuvo reuniones exclusivas en Manhattan.

Hubo tres puntos centrales en todas esas reuniones:

Un reconocimiento a las ideas centrales de Macri.

Que será socialmente difícil intentar bajar la inflación sólo con recesión.

La confrontación política con Cristina es buena para ganar la elección, pero su vigencia afecta la economía argentina.

El diálogo fue franco y sincero. Los inversores dijeron lo siguiente: ante el peligro populista de Cristina todos van a esperar hasta las próximas elecciones.

 

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