El Currículum exitoso quedó demodé

Hay una ciudad en el mundo en la que quien no fracasa, no es bien visto, y quien no tiene una experiencia fallida en su currículum, no conseguirá trabajo en ningún lugar.

Este sitio es Silicon Valley, el lugar que reúne a los cerebros más digitales y brillantes del mundo. En el Valle del silicio el fracaso no solo significa experiencia, sino que es una materia casi obligatoria que se le exige a todo novato para curtir su piel como emprendedor.

Fail fast, fail often, “fracasa rápido, fracasa seguido”, es el lema del lugar. Claro que esto entendido como esas fallas que se van sucediendo y mejorando hasta lograr los objetivos planteados. Nadie puede pensar que solo se puede esperar el fracaso y nada más. Pero a veces, eso es lo que sucede.

La gran mayoría de las startups que se instalan en Silicon Valley no logran cumplir sus fantasías de la lluvia de éxito y dinero. Podríamos hablar de cuatro estratos: uno donde se encuentran muy pocas que logran llegar a la cima, otro en el que un puñado sobrevive gracias a inversores que apuestan a su futuro; un tercero en donde se encuentra un número mayor que terminan cerrando y un cuarto en el que encontramos a sus creadores dando todo entre sangre, sudor y lágrimas para no tirar la toalla y dedicarse a otra cosa: Las The Walking Dead (los muertos vivientes).

El nombre The Walking Dead está sacado de la exitosa serie de televisión. Así llaman en Silicon Valley a aquellos proyectos que a priori suponen un fracaso, pero que, a pesar de no encajar en el mercado, siguen funcionando por años sostenidos por el dinero de sus fundadores, o por el aporte de algún inversor que todavía confía en el proyecto.

Las llamadas The Walking Dead siguen vivas por lo que significan emocionalmente para sus creadores, por la esperanza de que en algún momento logren levantar vuelo o por el temor que sienten esos fundadores de volver a comenzar un nuevo camino desde cero a pesar de estar sosteniendo con fuerza una gran pesadilla.

En 2009 se celebró por primera vez FailCon, una conferencia dedicada a las startups fallidas que sucumbieron y fueron un fracaso. Después con los años, muchas otras movidas se subieron a esta idea. Pero ellos fueron los primeros.

Desde el inicio, FaiCon ha sido brindar un espacio para que los innovadores puedan compartir las experiencias y así aprender del error del otro; volcar el aprendizaje para un futuro hacia el éxito.

Es tanta la presión que les genera esta enfermedad del éxito, que se creó un espacio solidario de catarsis y veneración al fracaso en el que se reúnen anualmente para contar sus experiencias los empresarios de la innovación y el desarrollo digital.

Demasiado éxito. Demasiado ego

Cass Phillipps, organizadora de eventos para startups, y Diane Loviglio, fundadora de una start- up, estaban cansadas de escuchar cómo los emprendedores pasaban horas en conferencias hablando maravillas de las decisiones exitosas que habían tomado y cómo habían llevado a sus compañías hacia lo más alto. Claro que se omitían todas aquellas meteduras de pata y errores de cálculos que llevaban a cerrar el 80% de los emprendimientos que se empezaban en Silicon Valley.

En esas conferencias todo parecía fácil y maravilloso, pero nadie hablaba de las direcciones equivocadas que en la mayoría de los casos se tomaban.

Fue entonces que Cass y Diane decidieron llevar a la superficie eso que se escondía en las profundidades porque ambas pertenecían a la industria y sabían perfectamente que la situación era muy diferente a cómo la transmitían los emprendedores estrella.

De ahí nació la idea de organizar una conferencia en la que solo se hablara de la situación anterior que tuvieron que pasar aquellos exitosos antes de lograr sus máximos logros. El proceso, la búsqueda, el error, el fracaso.

Pero no solo quedarse ahí, sino también poder transmitir el análisis posterior al haber fracasado. Cómo se detectaba en cada caso el problema y cuál era el proceso posterior para modificar el rumbo y mejorar la situación.

Aprendimos a caminar gracias caernos y levantarnos. Por fin el mundo adulto empresarial está aceptando que caerse y levantarse es una probada manera de aprender y fortalecerse.

¿Cómo harás tu próximo currículum?

Hablemos.

 

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