¿De qué viven las entidades empresariales?

Si una entidad Pyme no tiene ingresos económicos es imposible que cumpla bien su misión de defender los intereses de sus representados, sobre todo en momentos difíciles como los actuales.

Con inflación, regulaciones, vaivenes impositivos y demás vicisitudes, la Argentina puso (y sigue poniendo) desafíos para que las instituciones puedan sobrevivir. Eso es ni más ni menos lo que ocurrió a lo largo de cuatro décadas con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que logró crecer y convertirse en un centro de poder en representación de la cadena más frágil de la producción sobre la base de aportes conseguidos en distintas pujas políticas.

Empezamos en 1979 con la Comisión Coordinadora Patronal de Actividades Mercantiles Empresarias, que después fue CAME. En aquel momento había sectores liberales, grandes empresas, etcétera y la Coordinadora era la dueña de la mitad de Instituto Asegurador Mercantil, el IAM. El punto de quiebre fue una votación que ganamos por un voto con la mayoría de las entidades del interior y algunas de la Capital. Así nos quedamos con el control de la entidad y con las acciones del IAM, lo que nos permitió tener los ingresos y nombrar directores.

Pero hubo problemas serios a lo largo de los años con el IAM, porque con la inflación no se actualizaba el monto asegurado y no alcanzaba la recaudación para los gastos operativos. Corría el año 1979 y contra la opinión de Martínez de Hoz, le planteé el problema al ministro de Trabajo, el general Liendo, quien permitió que se actualizara el monto y el IAM saliera adelante.

Esto no nos comprometió con el gobierno militar, al contrario: hicimos la protesta más grande contra la política militar y el gobierno de Martínez de Hoz, en un acto multitudinario en Rosario con  la CONAE, (Convocatoria Nacional Empresaria). Fui uno de los organizadores y lo íbamos a repetir en la Federación de box pero nos metieron presos.

El IAM  y la democracia

El problema se repitió en 1983 porque como se había fijado un monto de dinero, la inflación se lo comía. Mi relación con el ministro Ideler Tonelli, por haber trabajado más de 40 años con Frondizi, hizo que finalmente se establecieran 12 sueldos como referencia para que cada vez que hubiera un convenio, el monto asegurado se actualizara automáticamente.

Con los fondos del IAM tuvimos la primera sede más o menos presentable de CAME en la calle Florida, donde compramos 120 metros cuadrados en el sexto piso. Todos me decían que no se podía, que no era legal, entonces llamé a un especialista en temas impositivos, el Dr. Ricardo Dealesandris, quien estudió el tema y realizó un dictamen para desgravar ganancias del IAM y comprar esa sede que en su momento fue un gran impacto.

Con CAME también habíamos luchado mucho contra la política económica de Cavallo con una marcha de más de dos mil autos a Plaza de Mayo  y un acto de cinco mil personas en el Luna Park. A pesar de eso siempre mantuve una buena relación con el ex presidente Menem y le pedí que me ayudara a acceder a una obra social que pudiera recibir aportes obligatorios y así lo hizo con OSDEPYM que no estaba cumpliendo con la reglamentación y fue intervenida.

Al poco tiempo hubo una presión muy grande y el ministro Julio César Aráoz quiso dejar sin efecto esa medida y devolvérsela a los directivos de empresas portuarias. Cuando me enteré, fui al aeropuerto militar porque sabía que Menem llegaba de un viaje y lo esperé. Me hizo subir al auto y desde ahí le dio la directiva a Aráoz de que debía continuar con la intervención de la Obra Social para luego llamar a elecciones y normalizarla con la reglamentación debida. Eso permitió que después ganáramos la elección y tomáramos la conducción de OSDEPYM.

Tomamos la conducción y empezamos a ver empresas. Llegamos a más de 100.000 afiliados directos y más de 350.000 beneficiarios y pasamos de tener 3 empleados a  500 y de un departamento de 3 ambientes a más de 4.000 metros cuadrados de edificación en diversos lugares y 120 millones de pesos de superávit.

OSDEPYM es un ente jurídico independiente que siempre ha estado vinculado a CAME. No puede pertenecer a una entidad porque así es la Ley de Obras Sociales. OSDEPYM ayudó mucho a CAME, pero de manera independiente (publicidades, eventos, auspicios de seminarios). Son dineros públicos de manejo privados y destinados a la salud.  Hay quienes no entienden eso, pero todo lo bueno que se hizo con OSDEPYM está a la vista y no hay mucho que agregar.

Antes, el gremialismo empresario estaba reducido a los gerentes de relaciones institucionales de las grandes empresas argentinas o multinacionales y los dirigentes pymes no podían hacer mucho por falta de recursos y tiempo. No tenían fondos para trasladarse, hospedarse ni hacer prensa.

Por suerte, Carlos de la Vega, presidente de la Cámara Argentina de Comercio (CAC) aceptó mi propuesta de generar un aporte obligatorio y que dividiéramos la mitad para la CAC y la CAME. Pero en ese momento la justicia estaba cuestionando todos los aportes obligatorios que se hacían por convenio y entonces, con la anuencia del ministro Carlos Tomada, buscamos y encontramos un instituto que se había creado hace años y nunca se había puesto en marcha, el INACAP.

Así fue como lo hicimos resurgir el convenio y le aplicamos el 0,50 por empleado de aporte que es el que rige ahora y que les da cuantiosos recursos a las entidades. En este momento se puede estimar que CAME y la CAC recaudan cada una entre 40 y 50 millones de pesos mensuales.

Con este esquema de aporte obligatorio, los que nunca colaboraron con las cámaras y centros comerciales pasaron a hacerlo con la gente que trabaja en las mismas;  además, las grandes compañías que tienen miles de empleados, aportan millones de pesos y subsidian a las micro pymes que no pagan nada; y también las grandes ciudades subsidian a las pequeñas.

Así, entidades como CAME, que eran de tercera, con todos los aportes, se ha transformado en una entidad de primera línea.

Por Osvaldo Cornide

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