Cada vez que te equivoques, pensá Alfred Knopf

Yo me equivoco. Tú te equivocas. Él se equivoca. Nosotros nos equivocamos, vosotros os equivocáis, Alfred Knopf la pifió fuerte.

¿Quién fue ese tal Alfred?

Alfred A. Knopf, nacido en 1892 y fallecido en 1984, fue un importante editor norteamericano, creador de Alfred A. Knopf Inc. que en el mundo de la edición literaria es tan conocido por lo que no editó que por lo que publicó.

¿Cómo es eso?

En primer lugar, nobleza obliga, quiero aclarar que Alfred A. Knopf Inc. es actualmente una editorial reconocida como una de las de mayor prestigio de los Estados Unidos. Cuarenta y siete de sus publicaciones se llevaron el premio Pulitzer y diecisiete de sus autores ganaron el premio Nobel. Ya con ese dato podríamos arrodillarnos frente a semejante catálogo editorial. Pero la nota de hoy, no tiene que ver con los aciertos… todo lo contrario. Dicho esto, vamos a la acción.

A tanto éxito solo puede llegarse sumando fracasos. Y en el caso de Alfred Knopf, sus fracasos tienen que ver con qué obras decidió no publicar.

Cada rechazo tenía su correspondiente informe. Esos informes de manuscritos que la editorial nunca publicaría, constituían un archivo que la empresa de Knopf guardaba celosamente bajo siete llaves.

Hasta que un día, esas llaves aparecieron, esos archivos se abrieron y como son parte de la historia de la literatura, fueron donados por la editorial a la Universidad de Texas y pueden ser consultados.

Veamos algunos de esos documentos:

El informe de lectura de Rebelión en la granja, del británico George Orwell, daba detallada cuenta de lo difícil o casi imposible que le sería a la editorial vender una historia de animales en los Estados Unidos. “Demasiado picante”, decía otro informe de lectura en el que se rechazaba a Lolita de Nabokov.

Entre los autores a los que la Alfred A. Knopf Inc. les cerró la puerta se encuentran la poetisa Sylvia Plath (La campana de cristal), Isaac Bashevis (Premio Nobel), Jean-Paul Sartre, Jack Kerouac y hasta el mismísimo Jorge Luis Borges.

En 1950 rechazaron una obra con el siguiente informe de lectura: “Es insulso, una aburrida crónica de disputas familiares, enfados mezquinos y emociones adolescentes”. Se trataba de El diario de Ana Frank.

A pesar de estos rechazos, Alfred Knopf fue un gran editor, creador de una brillante compañía de construcción de talentos literarios y de literatura universal.

¿Se equivocó? Posiblemente. Todos lo hacemos. ¿Y qué?

Por eso, cada vez que te equivoques, pensá en Alfred Knopf.

Hablemos.

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